jueves, 21 de junio de 2007

¡ Esclavitud Contemporanea!


ESCLAVITUD CONTEMPORANEA


Las grandes problemáticas sociales siempre tienen varios rostros, y deben analizarse desde diversos enfoques si se quiere atacarlas de manera integral. En el caso de la prostitución infantil, esto adquiere una importancia enorme, pues el impacto va desde lo psicología individual, hasta la complejidad del crimen organizado.



Los derechos de la niñez son Derechos Humanos específicos, ya que responden a las condiciones de dependencia y vulnerabilidad de los menores, y por ello deben vigilarse especialmente, pues ellos mismos no pueden procurarse su cumplimiento.



El derecho a la vida, a la libertad, a la alimentación, a la educación no están dados de facto, mucho menos en las clases desprotegidas, a las que la explotación sexual infantil impacta de mayor manera, no sólo por su situación económica, sino también por su poca posibilidad de acceso a la justicia.



Vayamos por niveles, la prostitución infantil es un gran negocio del crimen organizado, sustento de las grandes redes de corrupción en todo el mundo; es una de las grandes problemáticas de la sociedad mundial; es un hecho deleznable de descomposición humana; pero sobre todo, es una terrible injusticia.



El abuso es una constante en la historia de la humanidad, los avances democráticos han permitido legislar en su contra, establecer mecanismos para detener su irremediable aparición en las estructuras sociales, desde la familia, hasta las naciones. Pero no han logrado abatir sus formas más brutales, una de ellas, la prostitución infantil.



La huella que deja el abuso sexual en los menores es imborrable, mancha su historia de vida, trunca su desarrollo, incluso los lleva a la muerte. La gravedad de los hechos no permite consideraciones, son necesarias acciones contundentes que no hagan permisible la existencia de estas mafias.



Este abuso es una de las peores formas de explotación, de acuerdo con el Congreso mundial contra la explotación sexual comercial de la niñez, constituye una forma contemporánea de esclavitud, y tiene impactos severos, tanto evidentes como latentes.



En este sentido, es necesario tener claridad al juzgar el fenómeno, pues al contrario de otras formas de explotación del crimen organizado, como son la drogadicción o la prostitución de adultos, éste no prevé ninguna forma de protección o decisión individual, pues los niños están en la completa indefensión.



Mientras que una persona que esté dispuesta a consumir, producir o distribuir drogas, en algún momento tuvo que decidir su posición, o bien puede tener la voluntad y los mecanismos para alejarse de esa actividad; los niños y niñas, aun desde los tecnicismos jurídicos, no son quienes cometen el ilícito, sino la materia de cambio.



En este punto no sólo se están violentando sus derechos más básicos, sino se está privando de su definición de persona. Entonces, repetimos, no puede haber consideraciones, los estados deben ser firmes en el tema y activar las formas de protección más severas.



Si este es un problema global, que la sociedad mundial, tanto en países desarrollados, como en vías de, está enfrentado, eso no debe eximir a las autoridades locales de su responsabilidad, en cada municipio, cada estado y cada nación, debe haber una conciencia sobre esto y la disposición a combatir sus causas y sus efectos.



Soy Edna Lorena Fuerte y mi correo es ednalorenafuerte@gmail.com , para sus comentarios. Muchas gracias.


Por: Edna Lorena Fuerte González
19 de Junio del 2007 Cd. Juárez, Chihuahua, México

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