jueves, 13 de marzo de 2008

Hora latinoamericana

Ante la lentitud e incapacidad de la Organización de Estados Americanos (OEA) para sofocar el grave estallido diplo-militar por la violación de las fuerzas armadas colombianas del espacio territorial y aéreo de Ecuador en días pasados, los presidentes de ese país y Nicaragua abogan ahora por la transformación del Grupo de Río en una Organización de Estados Latinoamericanos. El contraste entre lo ocurrido en Washington y en Santo Domingo es significativo: en el norte prevaleció el tradicional bilateralismo intensivo ejercido por la Casa Blanca en los pasillos de la OEA a favor de Colombia, mientras en Dominicana con el llamado del presidente Hugo Chávez a no dejar que el conflicto se saliera de control, imperó la sensatez.

La parsimonia de la OEA, bajo guión imperial, se dio porque varios mandatarios fueron presionados por Estados Unidos “para que no se metieran en el asunto y dijeran que era un problema bilateral, cuando era multilateral”. (La Jornada, 9-III-08 p.26). Se sabe de una intensa participación de Estados Unidos en el operativo militar que coloca a la OEA en posición penosa: a pesar de intentos por restringir la información, en Bogotá circulan noticias y reportajes televisivos basados en datos del Ejército colombiano, que reconocen la participación de “aviones espías extranjeros” en la producción fotográfica para localizar los blancos de ataque. A decir de Angel Palacios, “no se trata sólo de la violación a la soberanía de Ecuador por el gobierno colombiano…Se trata de la incursión de aviones de inteligencia (de Estados Unidos) en territorio ecuatoriano”. (Rebelión 5-III-08)

En el nuevo contexto latinoamericano y mundial, este tipo de operativos diplomilitares profundizan el desgaste y desprestigio acumulado por el sometimiento de la OEA a Estados Unidos desde que empezó a operar en 1948, máxime si se tienen en cuenta testimonios que indican que fueron organismos de inteligencia de esa potencia los que dieron a los colombianos las coordenadas exactas (posicionamiento geoespacial, grados, latitud) para realizar el ataque. Es difícil que el sometimiento crónico de la OEA confirme los operativos del Pentágono-CIA en la planificación, recolección, procesamiento, análisis-producción y distribución final de los informes de inteligencia. Es algo que Ecuador debe exigir se aclare.
El asunto es grave y debe ser tratado en la ONU y en el Grupo de Río, que sin dificultad emitió una resolución que puso fin a la crisis, aunque no a su fondo.

Sin mayor costo, Colombia pidió perdón y se comprometió a no incursionar más en otra nación. De esta desactivación del conflicto salió la propuesta para establecer un foro de negociación regional, algo urgente porque ahora Bush azuza el conflicto vinculando a Venezuela con el terrorismo y todavía faltan semanas de acciones, reacciones, investigaciones y negociaciones, para restablecer la confianza. Existen riesgos y también condiciones mundiales, regionales y locales para recuperar la soberanía y el impulso a los intereses públicos nacionales en la construcción de una nueva arquitectura diplomática, económico-financiera, monetaria y de seguridad propia.

Es la hora latinoamericana. Bolívar y Martí en vez de Jefferson y Monroe. Su mensaje: poner fin al uso de los latinoamericanos para derrotar a los latinoamericanos. Tal ha sido el fundamento monroista de dominación en la región durante los últimos dos siglos. La amalgama de intereses entre las clases dominantes de la metrópoli y la periferia es el meollo socio-económico que facilita este señorío. Los lazos oligárquico-imperiales de sujeción económica, empresarial y policial militar, se basan en la propensión histórica de las oligarquías criollas a estar satisfechas, y hasta propiciar arreglos de coparticipación en la apropiación del excedente y en el manejo fiscal, presupuestal y de seguridad de las naciones que depredan: ya hay condiciones y contradicciones para superar esta trabazón oligárquico-imperial.

Escrito por: John Saxe-Fernández
Tomado de: La Jornada 13/03/2008
CENTRO DE MEDIOS LIBRES CHIHUAHUA

martes, 11 de marzo de 2008

UNAM: el precio de la libertad

Cinco personas de nacionalidad mexicana se encontraban el primero de marzo en la zona bombardeada por el ejército de Colombia en territorio de Ecuador. Cuatro de ellas, estudiantes de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Sólo hay una sobreviviente: Lucía Andrea Morett Álvarez, egresada de la carrera de literatura dramática y teatro de la Facultad de Filosofía y Letras.

Lo primero que hay que observar es que hay aquí una dimensión humana. Un drama en el que se encuentran cinco familias mexicanas. La de Lucía Morett tiene la fortuna de que ella está viva, aunque con heridas que han obligado a la intervención quirúrgica y a la atención hospitalaria. Las demás viven una pesadilla: identificar a sus seres más queridos entre los cuerpos sin vida que dejó el ataque sobre el campamento de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC).

Independientemente de cuáles hayan sido las razones por las que estos jóvenes se encontraban ahí, cualquier nación que se respete debe procurar la seguridad de sus ciudadanos en territorio extranjero y exigir que se investigue y castigue a quienes asesinan a sus conciudadanos, sobre todo cuando las muertes ocurren, como en este caso, en un acto contrario a las normas del derecho internacional, reconocido así por la propia Organización de Estados Americanos.

Pero mientras el gobierno federal los abandona, la UNAM los reconoce como parte de su comunidad, en un escenario en el que se propalan versiones malintencionadas que buscan relacionar a nuestra máxima casa de estudios con organizaciones guerrilleras.

Debemos preguntarnos por qué en algunos medios se quiere aprovechar un acontecimiento que enluta a nuestro país para agredir y tratar de desprestigiar a la UNAM, que es sin duda una de las mejores instituciones de enseñanza e investigación científica y humanística en el mundo. Quizá porque se trata de un espacio de plena libertad –que no abundan en nuestro país–, donde se examinan sin restricciones todas las ideas.

Los universitarios siempre han expresado su solidaridad con los movimientos sociales en América Latina y el mundo. Recuerdo hace más de 30 años, cuando se vivía en la región el auge de los movimientos revolucionarios. Siempre había grupos de estudiantes y maestros que expresaban su simpatía hacia ellos, como en el caso de la revolución cubana, la lucha del Che Guevara en Bolivia o la resistencia de Salvador Allende a la dictadura militar en Chile. Es en ese ambiente de libertad en el que se conocen y discuten las ideas, y también en el que se expresan posturas contrarias.

Como se afirma en uno de los espléndidos comunicados de la UNAM sobre estos acontecimientos, es una virtud histórica la pluralidad ideológica que se manifiesta en su seno, así como que los miembros de la comunidad son responsables de sus actos individuales, incluidos aquellos que se realizan en el ejercicio pleno de sus libertades. La presencia de cuatro universitarios en el campamento de las FARC en Ecuador no puede ser motivo para emprender una campaña en contra de una institución cuya única participación consiste en propiciar un ambiente de libertades.

Parte de esta campaña es impulsada por un gobierno extranjero, el de Colombia, el cual asegura, nada menos que a través de su vicepresidente Francisco Santos que las FARC realizan una intensa campaña de penetración en las universidades mexicanas por medio de grupos de estudio, que deben ser investigados por el gobierno mexicano, lo cual es secundado por los voceros de los sectores más conservadores dentro y fuera del gobierno panista.

El hecho de que existan salones en los que se discutan y se expresen simpatías hacia los movimientos sociales de América Latina no equivale a que haya en la UNAM oficinas de ningún grupo rebelde y mucho menos se justificaría una intervención policiaca, abierta o velada, sobre los universitarios, a pedido de un gobierno extranjero, algo que debe ser rechazado enérgicamente. En todo caso corresponde al gobierno colombiano investigar y resolver las causas del gran descontento de su pueblo.

La preocupación principal de los universitarios es sobre la integridad de Lucía Morett y la pérdida de vidas de estudiantes mexicanos en Ecuador, y especialmente preservar el espacio abierto a todas las ideologías que constituye la UNAM. La libertad no tiene precio.

Escrito por: Javier Flores
Tomado de: La Jornada 11/03/2008
CENTRO DE MEDIOS LIBRES CHIHUAHUA

Mexicanos en las guerrillas latinoamericanas

En 1986, el gobierno de Nicaragua nombró al poeta estridentista mexicano Germán List Arzubide capitán del Ejército Popular Sandinista. Refrendó así el cargo que en 1929 Augusto César Sandino le había dado. En cambio, Estados Unidos promulgó un decreto impidiéndole entrar a ese país “de por vida y a perpetuidad”.

Premio nicaragüense y castigo del Tío Sam nacieron de la misma matriz. El general Sandino encomendó al literato mexicano transportar hasta el Congreso Mundial Antimperialista, realizado en Francfort, Alemania, en 1929, una bandera capturada al ejército estadunidense durante un combate en Nicaragua. List Arzubide cumplió el encargo. Trasladó el lábaro de las barras y las estrellas, prueba de la intervención de Washington en ese país, hasta Alemania a través del puerto de Nueva York.

“Sabiendo que Nicaragua estaba intervenida por los gringos –escribió el poeta– en un cínico apoyo a los Somoza que les entregaban el país en bandeja, los izquierdistas mexicanos habíamos, de hecho, establecido una base de apoyo para los combatientes, quienes, de una manera desigual, pero aprovechando las ventajas de la táctica guerrillera, defendían a su invadida patria.”

Quienes se sorprenden con la presencia de los jóvenes Juan González y Lucía Morett en un campamento de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) en Ecuador deberían asomarse a nuestra historia. Muchas de las claves que explican esta actitud se encuentran allí. Como hizo List Arzubide a fines de los veintes del siglo pasado, hay en México una larga tradición de apoyo de muy distinta naturaleza a movimientos insurgentes en otros países. Sin ir lejos, en 1937, durante la Guerra Civil Española, el pintor David Alfaro Siqueiros fue parte de las Brigadas Internacionales que apoyaron la República.

La lista de paisanos participantes en movimientos insurgentes, sea como combatientes, personal sanitario, organizadores políticos o en tareas de solidaridad, es enorme. En ella ocupa un lugar destacado Alfonso Guillén Zelaya, el más joven de los 82 hombres que, a bordo del Granma, zarparon hacia Cuba dirigidos por Fidel Castro, desde Tuxpan, Veracruz, la madrugada del 25 de noviembre de 1956, para hacer la primera revolución socialista del continente.

Nacido en Torreón, hijo de exiliados hondureños, Guillén Zelaya, hombre modesto, tenía excelente resistencia física y era buen combatiente y tirador. “Recuerdo –narró en una ocasión– que Raúl (Castro) me preguntó si había pedido permiso en mi casa, pues de acuerdo a aquel año la mayoría de edad eran los 21 y yo tenía 19 años, pero yo le dije: desde cuándo hay que pedir permiso para hacer una revolución.” Murió en 1994 en México, pero sus restos se encuentran depositados en Cuba. Su hermano Héctor, quien tomó las armas y sucumbió en las selvas de Nicaragua, no tuvo la misma fortuna.

No pocos mexicanos han participado en movimientos armados en Nicaragua, Guatemala, El Salvador, Chile, Bolivia y Colombia. Algunos han ocupado posiciones de mando. Es el caso del comandante del Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) Víctor Tirado López. Nacido en Sinaloa, se unió al FSLN en 1961 en Honduras. En los años ochenta fue parte de su dirección nacional. También el de Rafael Moreno Villa, integrante de la comisión político-diplomática del Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional de El Salvador, y pieza clave del proceso de paz en aquel país.

Varios mexicanos han muerto en combate o como resultado de la represión. David Aguilar Mora fue uno de los mexicanos de origen trotskista que colaboraban con el Movimiento Revolucionario 13 de Noviembre de Marco Antonio Yon Sosa en Guatemala. La guardia judicial de ese país lo capturó en 1966, lo torturó y fusiló junto con su esposa, Eunice Campirán. Araceli López Arias, militante del FSLN, compañera de su dirigente Joaquín Cuadra, murió en la ciudad de León, Nicaragua, después de ser detenida en una casa de seguridad.

El maestro jubilado Hilario Moreno, integrante del Partido Comunista Mexicano durante 40 años y sindicalista democrático del magisterio, fue detenido sin orden de aprehensión, torturado y asesinado por la policía de la ciudad de México el 29 de diciembre de 1974. Fue acusado, junto con Eusebio Martínez, de conspirar para “subvertir el orden” en países de Centro y Sudamérica, falsificando pasaportes y actas de nacimiento de varios revolucionarios extranjeros.

Otros han pasado temporadas en prisión. La matemática Raquel Gutiérrez, fundadora y militante del Ejército Guerrillero Tupak Katari, en Bolivia, fue detenida en 1992. Estuvo en la cárcel cinco años. Obtuvo su libertad sin juicio después de una huelga de hambre. Antes había participado en la revolución salvadoreña como parte de las Fuerzas Populares de Liberación.

¿Qué motivos llevan a un mexicano hoy día a participar en un movimiento de este tipo? Por supuesto, cada vida es un mundo y una decisión de esa naturaleza proviene, en mucho, de factores estrictamente personales. Pero hay, también, un clima cultural que facilita seguir un camino así. Parte de este naciente espíritu de época son: la quiebra moral del neoliberalismo y del mercado como escuela de virtud; la evidencia de que los caminos democráticos están seriamente obstruidos; la percepción de que hemos entrado a una época de grandes transformaciones sociales en el continente y de que la revolución no es un asunto del pasado; el desprestigio del narcoestado colombiano y su promoción del paramilitarismo; la existencia de una tradición internacionalista y solidaria con la lucha por la emancipación de los pueblos en otras latitudes; la persistencia de una cultura antimperialista.

Más que prodigar admoniciones por doquier y difundir información falsa, lo que se requiere para explicarnos la presencia de jóvenes mexicanos en un campamento de las FARC en Ecuador es revisar nuestra historia y la del continente. Después de todo, el internacionalismo es mucho más antiguo que la globalización neoliberal.


Escrito por: Luis Hernández Navarro
Tomado de: La Jornada 11/03/2008
CENTRO DE MEDIOS LIBRES CHIHUAHUA

lunes, 10 de marzo de 2008

Verdaderas Intensiones...

Se escribe Uribe, se lee petróleo

Una breve declaración de la Shell, la compañía petrolera angloholandesa, una de las Siete Hermanas, que fue publicada en Estados Unidos para los especialistas, nos da la clave de interpretación del ataque criminal contra el territorio ecuatoriano lanzado por el ejército de Colombia. Según ella, dada la previsible disminución constante de la producción petrolera mexicana, es esencial para la seguridad de Estados Unidos contar permanentemente con el abastecimiento en petróleo venezolano. Ahora bien, precisamente ése es el que está en peligro ante los intentos repetidos del gobierno de Washington de desestabilizar y derribar al de Hugo Chávez. Éste, en efecto, declaró ya con todas las letras –y no es hombre de fanfarronear– que si la agresión continuase y se agravese podría cortar el suministro petrolero a su principal cliente actual –Estados Unidos–, que es, además, el que ofrece más ventajas (un gran mercado, diferencias en los fletes, por ejemplo) que los demás.

Por eso, si el presidente derechista colombiano Álvaro Uribe provoca una situación bélica con Ecuador no es tanto para golpear militarmente a las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) sino para dar un fuerte golpe político a la oposición de izquierda colombiana, que crece sin cesar, que no se identifica con las FARC ni con los métodos de éstas, que ya ha ganado las elecciones en Bogotá, Medellín, Cali, y que repudia los lazos de Uribe y del ejército con los paramilitares y, por medio de éstos, con el narcotráfico. Una de las razones de la incursión militar en Ecuador para asesinar a Raúl Reyes, es la necesidad de cortar de raíz el movimiento por la liberación de los rehenes (incluidos entre éstos los que tiene en sus manos el gobierno, que ascienden a más de 500) y por un acuerdo político de paz entre el gobierno y las FARC. Este movimiento es mucho más peligroso que la fuerza militar del enemigo, tanto para los fascistas militares respaldados por Estados Unidos que quieren continuar la guerra y esperan ganarla utilizando una mayor represión, como también para los aventureros militaristas en las propias FARC.

Pero la razón esencial reside en el acatamiento a la voz del amo, la del gobierno de Estados Unidos. Porque el equipo estadunidense gobernante no puede entrar en una fase de recesión, que provocará inquietud social, con el abastecimiento petrolero dependiente del radicalismo de Chávez y con la perspectiva de que el precio del combustible sea cada vez más caro y no disminuya ni siquiera en el caso de que cayese el consumo. Además, la combinación de su crisis de hegemonía (el empantanamiento en Irak), de su crisis económica y de la crisis política (posibilidad de triunfo de los demócratas) crea una mezcla explosiva que la chispa venezolana podría ayudar a detonar. La Casa Blanca no se cansa de repetir en todos los tonos delenda est Caracas, delenda est La Habana. Como Catón, con su Carthaginem est delenda, no hay discurso de Bush en el que no hable de la necesidad de destruir la revolución cubana y, ahora, la bolivariana. Uribe es simplemente el instrumento de esa política provocadora y busca crear una situación de guerra en la región para justificar golpes de mano fronterizos, bombardeos (de aviones estadunidenses disfrazados de colombianos) e infiltraciones de saboteadores con el objetivo de ayudar a la burguesía venezolana, incluida la boliburguesía nueva y a la derecha de las fuerzas armadas de Venezuela para que den un golpe contra Chávez. Independientemente de los errores de la política económica de Caracas, las dificultades que enfrenta Venezuela, desde el desabastecimiento hasta el mercado negro y el aumento de la delincuencia, tienen su principal base en la desestabilización provocada e inducida, tal como sucedió desde la Revolución Francesa hasta hoy en todo proceso revolucionario.

En la OEA –¡nada menos que en esa organización que siempre ha sido el ministerio de colonias latinoamericanas de Washington!– el repudio al dúo Bush titiritero-Uribe marioneta descascarada ha sido demasiado grande como para que Bogotá pueda seguir adelante con sus matanzas y provocaciones. En lo inmediato, al hacer imposible la liberación de Ingrid Betancourt, ya resuelta por las FARC, Bogotá incluso se opone al gobierno francés, que es de derecha, pero de la derecha nacionalista, y su oposición al intercambio de rehenes alimentará la protesta militante de la oposición. Washington, que ha aplaudido el bombardeo a Ecuador, se mantiene incluso con una política de perfil bajo y podría dejar a Uribe como chivo expiatorio, contentándose con el reforzamiento del ala fascista del ejército colombiano. Una guerra en la que éste debiese combatir a la vez contra las FARC, contra Venezuela y contra el ejército ecuatoriano, fogueado hace poco en los combates victoriosos contra Perú, es muy poco probable. En cambio es previsible que siga la desestabilización del gobierno de Chávez (y también de los de Evo Morales y Rafael Correa) con otros medios más sutiles, y que el interlocutor de Washington en Colombia, mucho más que un Uribe desenmascarado y debilitado, sea la alianza militar-paramilitar-narcotraficantes, que es el factor de poder real en Bogotá. La lucha de la oposición civil colombiana por la paz, por una solución política al problema de los secuestrados por las FARC y de los presos políticos que tiene el gobierno en su poder, al concentrarse contra Uribe, podría permitir un recambio en el gobierno, para que todo siga igual, o sea, para que el bloque de clase político y social que hoy es representado por Uribe pueda seguir en el poder incluso sin éste, si las papas quemasen demasiado.
Escrito por: Guillermo Almeyra
Tomado de: La Jornada
Centro de Medios Libres Chihuahua
Video Cumbre Grupo Rio Declaraciones Presidente Correa. Ecuador:

Países como fichas

El imperio, que no sabe cómo poner orden en su casa y se ha convertido en el paraíso de las cárceles (unos dos millones de presos), las adicciones y las ejecuciones escolares, ha entrado en una fase de aceleración de su intervencionismo sin paralelo en su historia (que ya es decir). “Dispone” de países y hemisferios como fichas de dominó, si no es que de un juego más simple como matatenas o toma y daca, sólo que incendiario y potencialmente suicida.

Las generaciones de posguerra tipo El americano impasible, de Graham. Greene, o El buen pastor, de Robert de Niro, iban “salvando” a la democracia de país en país. No que no tendieran hilos internacionales, sino que montaban sus guerras una por una, no todas juntas como en el actual status bellicus del mundo. De Corea a Somalia, administraban la guerra frígida. Igualmente, Estados Unidos dejó atrás su industria de golpes de Estado en Latinoamérica, y no por falta de ganas, de Guatemala en 1954 al cono sur en los años 70 y 80, que no fueron guerra sino “diplomacia”.

No que ahora el frenesí de guerras se le ha vuelto viruela. Tras incubar freedom fighters y Osamas, de un tirón el imperio se hunde a todo en Afganistán e Irak, prende una vela en Irán y atiza la hoguera de Israel en territorios palestinos, siembra tempestades en Kosovo y misiles en Europa central. Ahora empuja a Colombia a patear la mesa, a ver si pega, para salpicar a los inmanejables Ecuador y Venezuela, en una zona sudamericana ampliamente salida de su huacal.

Acusar de populismo a los modestos “socialismos” latinoamericanos no le basta. Ya no es tan fácil incubar cuartelazos, pues los pueblos han cambiado y ellos son los que tiran y ponen gobiernos: Ecuador, Bolivia, Venezuela. Y aunque el efecto se ha diluído, también lo hicieron Argentina, Brasil y de manera más chirle Uruguay. Lo de Perú sigue siendo una triste farsa (como lo sería aquí el eventual retorno del PRI-basura), como a fin de cuentas farsa es la jauja neoliberal de Chile y su gesticulante “democracia”. Paraguay sigue en veremos.

Cuba, una vez más y como hace 50 años, se cuece aparte, y su revolución institucionalizada, pero en resistencia sostenida, sigue teniendo más vidas que un gato, para rabia de sus eternamente frustrados enemigos. Y su influencia en la nueva Sudamérica es significativa.

El descaro bushiano hace malabares, urgido de gasolinas económicas y ganchos electorales para mantener funcionando sus oxidados engranes morales y materiales. Mantienen el “alma” del imperio dos tristes certezas: no hay mejor negocio que la guerra, y tienen a Dios de su lado.

Con irresponsabilidad criminal, y gobernantes que son agentes suyos como los de Colombia, Pakistán y Kosovo, el imperio dispone de naciones, fronteras y pueblos, y combatiendo los nacionalismos soberanos juega con las bombas del patrioterismo ajeno. En la ex Yugoslavia eso adoptó un estilo siniestro. ¿Qué intenta en el norte de la América austral? ¿Un amplificado “efecto Malvinas”?

¿Un nacionalismo patriotero en la devastada, pero rica Colombia (dos millones de desplazados, genocido de indígenas, una “guerra civil” con un gobierno paramilitar y paranarco)? ¿Pudrir, al grito de patria o muerte, la vecindad con Venezuela y Ecuador, arrastrarlos a su lógica y hacerle el trabajo de cañería al imperio que quizá apuntale a los “autonomistas” ricos de Bolivia?

Bueno, estos pueblos han demostrado en la década reciente que no son “fichas” del imperio. Qué queda sino confiar en su sabiduría de pueblos para evitar el incendio.

Escrito por: Hermann Bellinghausen
Tomado de: La Jornada 10/03/2008
CENTRO DE MEDIOS LIBRES CHIHUAHUA