martes, 31 de marzo de 2009

El narcotráfico, ¿un problema de los gobiernos de derecha?

El tema surge a raíz de una observación del escritor uruguayo Eduardo Galeano (La Jornada 26/03/09) donde hace notar que en los países donde gobierna la derecha, el problema es más evidente y grave.

Veamos el caso mexicano.

Los últimos 27 años de gobiernos en México, desde Miguel de la Madrid a la fecha, se enmarcan en el modelo político-económico conocido como neoliberalismo, una versión salvaje, anómica y contemporánea del liberalismo económico propuesto por Adam Smith hace más de doscientos años.

La ideología de este tipo de regímenes descansa en el poder del libre mercado, con inferencia mínima del Estado (subordinado al primero) la desmantelación y disminución considerable de las políticas sociales (con las consecuencias que todos sabemos) y un apoyo ciego a las empresas, sobre todo las grandes y transnacionales, donde hemos sido testigos de acciones como el rescate bancario (Fobaproa) con dinero de los contribuyentes, por ejemplo.



Carlos Murillo G.
Tomado de: arrobajuarez.com


Vivimos bajo un régimen que no respeta nada, salvo la ganancia económica y el poder empresarial. El capitalismo se hace más intransigente e insensible a medida que actúa a sus anchas con la anuencia estatal, como es ahora el emblemático caso estadounidense, culpable directo de la crisis mundial económica, la cual no sabe cómo enfrentar. El capitalismo neoliberal es anómico (no respeta leyes) y provoca anomia (guerras, hambrunas, enajenación, crisis, delincuencia) como en México, donde se permite la pérdida de soberanía y seguridad social en cuestiones clave, como la autosuficiencia alimentaria, como muchas veces ha señalado el maestro Víctor Quintana en su columna, o bien el tema que ahora tocamos.

En este modelo neoliberal se desarrolla sanamente la industria del narcotráfico, un jugoso negocio que no invierte en publicidad y cuenta con un mercado cautivo y a la alza gracias, entre otras cosas, a una nueva cultura mercantil (consumismo) a la incorporación de nuevos “valores” neoliberales llenos de avaricia (competitividad, individualismo, materialismo, superficialidad) y sobre todo, a la tolerancia de los gobiernos que a lo único que atinan es a prohibir y penalizar el consumo, criminalizar a los usuarios y solapar el modelo que lo genera.

Integrando lo anterior a nuestro contexto estatal y fronterizo, es de notar la representación a escala del modelo neoliberal: tanto gobiernos emanados del PRI como del PAN han resultado ser tan conservadores y neoliberales como el que más. Chihuahua, siendo un estado “rico”, maquilador y pro empresarial, se destaca en el concierto nacional por ocupar los últimos lugares en repartición de la riqueza, programas sociales, educación, salud, impartición de justicia, equidad de género y hasta en participación electoral.

Además es frecuente encontrar desde hace años en los diarios, revistas y noticieros regionales, información donde se relaciona a políticos con narcotraficantes (si no me cree, haga la prueba). Pero aun si esto no sucediera así, es de notar cómo el modelo es campo fértil para generar las condiciones ideales para la presencia del narco: pobreza, marginación, falta de oportunidades; falta de una estructura de servicios sociales eficaz; ausencia de políticas públicas; total y exclusivo apoyo al desarrollo empresarial, aun a costa del desarrollo social; corrupción política a todos los niveles, con la consecuente corrupción estatal, también a todos los niveles y un sistema de justicia atrasado, contradictorio y parcial.

En estos momentos en que empresarios y políticos se alían descaradamente para promover la denuncia anónima, aplaudir la presencia y abusos castrenses e inventar imágenes fantasiosas maquilladas que no corresponden al de una entidad violentada y humillada como Chihuahua y ciudades como Juárez, no hacen sino evidenciar su complicidad en el asunto. Si ha de ponérsele “dedo al ratero” hay que voltear hacia arriba y señalar a los rateros de cuello blanco y hablar bonito; a los que toman las decisiones en nombre de la sociedad; a los que se dicen democráticos, cuando no son sino tiranos y criminales en potencia.

La situación amerita una severa autocrítica si realmente los que gobiernan quieren recuperar credibilidad, pero sobre todo, generar las condiciones favorables para la paz y emancipación social. Los empresarios, por su parte, bien saben que también han solapado a narcoempresarios en sus cámaras, han hecho negocios con el partido y político en turno a costa de las necesidades de la gente, bajo el pretexto de que “generan empleos” mal pagados o vendiendo productos y servicios de mala calidad como casas, diversión, comida chatarra, bebidas alcohólicas…

De acuerdo a los argumentos presentados, lo cual está sujeto a discusión, los gobiernos de derecha sí son responsables de fenómenos como el narcotráfico: hipócritamente lo señalan, pero a la vez lo propician; descargan su culpa en la sociedad, a la que luego criminalizan, mientras ellos y ellas gozan junto con los empresarios de una especie rara de fuero, pues son intocables de la ley, así sean pederastas, asesinos, ladrones, o se tenga una simple sospecha de sus actos, como no sucede con la gente común.


Carlos Murillo González, sociólogo y maestro en ciencias sociales por la UACJ, miembro del Colegio de Sociólogas y Sociólogos de Ciudad Juárez, investigador asistente de El Colegio de Chihuahua y adherente de La Otra Campaña; es autor del Libro La Sociedad Anónima: los factores socieoeconómicos y políticos del abstencionismo en el municipio de Juárez, entre otros escritos. Su experiencia abarca la docencia, la investigación, la asesoría, el activismo y la música.



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