viernes, 8 de junio de 2007
Escondan a los feos...
By: Nithia Castorena.
(Escrito entorno al cierre de cantinas en el centro de la ciudad de Chihuahua a principios del año -2007- por parte del Ayuntamiento panista de Chihuahua)
La fábrica de estado sigue funcionando y lo hace precariamente; sin atender a las caras regulaciones de normas internacionales para el aseguramiento de la calidad fabrica lo impensable: pobres adornados de luces brillantes, mendigos vestidos de colores, violentas enfrentaciones entre lo que se establece y la realidad.
En esta fábrica se fabrica aquello que dará raquíticos empleos a más pobladores de este municipio. Se anuncia la contratación de setenta polipreventivos más, la adquisición de chalecos antibalas y una cantidad absurda de armas nuevas. La fabrica provoca su mal y construye su falso remedio, desempleo y policías.
La fabriquita fabrica pobres y ladrones, o ambas cosas. Ladrones del pan y de las noches, ladrones de todos los tipos y tamaños, modelos para armar y desarmar, para arrestar y dejar andar. La medida de lo ilegal no implica la medida de lo desconocido. Lo ilegal se conoce, se ubica y lo que es mejor, se saborea, todos prueban, nadie se salva, aquí hasta los que omiten tienen culpa, quienes dicen no saber son culpables por no estar informados de lo que a su alrededor acontece.
El municipio hace mandas y se da golpes de pecho, llega hincado hasta la catedral con el dolor de santo en los ojos y haciendo gala de todo el glamour posible al cruzar la calle Independencia. El municipio lava con agua bendita sus armas y los folios de las actas que clausuran las cantinas del centro. Como el artículo más defectuoso de la fábrica de estado, el municipio reniega y se avergüenza de estos centros cantinescos; las cantinas se ven de pronto repudiadas y negadas sin entender qué es lo que hicieron mal.
El crimen es el espejo del orden, en él se refleja lo que legislativamente no esta bien. Los más graves crímenes, de lesa humanidad y que provocarían la indignación de cualquiera que se diga humano se firman en salas de juntas, entre coroneles y primeros ministros, entre grandes empresas y jefes de estado; mientras los pequeños criminales, de armas cortas y métodos rústicos, se encuentran atiborrando las delegaciones de policía y las cárceles, actuales contenedores de scrap de la fabrica de estado.
El orden de estado no podría existir sin su dualidad, el criminal. Así que de manera periódica el estado se encarga de producir pobres tan pobres que se vean orillados a ir en contra de la ley para sobrevivir, es una forma de justificar su existencia y su poder.
Tal vez sea el tinte golpista y conservador de la actual administración municipal o tal vez sea sólo ignorancia de lo que acontece a dos cuadras de sus narices y oficinas, pero el hecho objetivo es el mismo: una cantina abierta trae a sus espaldas, como madre rarámuri a su hijo, una amplia generación de empleos. Desde los taxistas del centro, los puestos de tacos, los cantineros y cantineras, los guardias de seguridad, los vendedores de rosas, los fotógrafos y, por encima de todos: las muchachas, prostitutas o no, que se dedicaban a bailar y acompañar a los clientes por diez pesos la canción.
La 4ª Conferencia Mundial sobre las Mujeres, realizada en Beijing en 1995, reveló que ellas ganan en el mundo actual una tercera parte de lo que ganan los hombres, por igual trabajo realizado. De cada diez pobres, siete son mujeres; apenas una de cada cien mujeres es propietaria de algo. En los parlamentos hay una legisladora por cada diez legisladores. Las muchachas que asistían a trabajar en las cantinas que la Presidencia Municipal se encargo de clausurar seguramente no aspiran a ser una legisladora más que pueda equilibrar un poco la balanza, pero si aspiran (y lo logran) ganar el dinero suficiente para mantener a sus familias. Muchas de las mujeres que se desempeñaban en estas cantinas como acompañadoras son madres solteras entendidas de sus hijos, no los han abandonado a su suerte sino que hacen lo que sea para mantenerlos y para mantenerlos bien. Ellas no están de acuerdo con ganar una tercera parte del salario que gana un hombre por desempeñar el mismo trabajo; y si sufren más en el trabajo que les lleve a ganar un salario suficiente es su decisión y de nadie más.
El eco de la clausura suena estridente en la vida nocturna del centro de la ciudad. Imposible contemplarlo como un hecho aislado sabiendo como se sabe, las dependencias de todos tipos que estaban ligadas a estas cantinas.
Las intenciones de cerrar estas cantinas no quedan muy claras por parte de las autoridades que emitieron la decisión, habrá que apelar a la influencia del ICHITAI para que se pueda brindar información acerca de las actas #052-E y #056-E fechadas del 21 de Febrero del 2007, por lo pronto.
El alcohol, como el artículo legal que es, se expende a cualquier mano que ofrezca a cambio los veinticinco pesos de rigor por una caguama, sin embargo el hecho del lugar y del contexto infarta a los actuales defensores de la moral y las buenas costumbres, quienes adoran defender sus argumentos personales con la legislación vigente, como si ésta fuera un esquema absoluto y no el triunfo de una república democrática.
Las muchachas expresan su desacuerdo entre platicas, o en silencio, el hacerlo a voces y en público las colocaría en un estado de mayor vulnerabilidad de en el que se encuentran, poniéndolas en el banquillo de los acusados con toda la sociedad ambivalista chihuahuense juzgando sus vidas y sus quehaceres.
Pasar de largo estos hechos como situaciones aisladas es negar la esencia social y de convivencia en la que nos desenvolvemos como humanos.
Quien omite, niega y menosprecia no puede generar cambios, no debe, y eso lo vuelve al final de cuentas, tan culpable como quien agrede.
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