domingo, 15 de mayo de 2011

Gracias a los amig@s

Primero pensé en mandar a los periódicos comerciales, una nota de agradecimiento dirigida a amigos y familiares que nos acompañaron y apoyaron ya sea personalmente o por los medios electrónicos durante la enfermedad que aquejó a Luis, pero luego recordé su rechazo a enriquecer a la prensa que nos tenía vetados, bueno de seguro ahora tendría una sonrisa amarga porque sólo su muerte rompió con ese silencio.

Por eso lo publico por los medios que siempre estuvieron abiertos a nuestras notas, los electrónicos.

Mi reconocimiento a quienes día a día se ocuparon de la salud de Luis desde que ingresó al hospital, es decir en general al personal de enfermería y médicos del Hospital Salvador Zubirán. Quiero hacer énfasis en los especialistas que lo atendieron, como si fuera su pariente más querido, en el área de terapia intensiva y que no menoscabaron recursos –económicos y de conocimiento– para preservar su vida. La enfermedad que lo atacó es nueva y como uno de los Intensivistas dijo, “el virus no sabe leer y no sigue un mismo comportamiento”. Si todos los doctores fueran así de humildes, la ciencia avanzaría, porque reconocer que se está aprendiendo ayudará a sanar a muchos. También les debo su sinceridad acerca de las posibilidades de vida de Luis, no el pesimismo ignorante, sino el diagnóstico preciso. Estoy en deuda con ustedes. Es obvio que en este comportamiento hubo excepciones, pero de esos no me ocupo ahora.

Mi agradecimiento a quienes aún teniendo diferencias políticas hicieron todo lo posible por buscar los medios que ayudaran a sanarlo, que mandaron mensajes de solidaridad sinceros, que realmente sintieron su muerte como una pérdida para la vida política del país, que no vieron su enfermedad y muerte como un trámite político al que hay que asistir.

Y por supuesto mi gratitud a familiares, amig@s y compañer@s de lucha que estuvieron acompañándonos, que informaban en el facebook, que lloraron con nosotros y que ayudaron a que la última pesadilla de Luis fuera menos difícil.

Los días que estuvo consciente le dije la lista interminable de gente que estaba preocupada por su salud, creo que fui incapaz de que él entendiera cuántos deseaban que él volviera al activismo político, creía que el apoyo económico ascendía a un par de miles de pesos y expresó su deseo de comprar sillas para el local de La gota. Sin embargo estaba emocionado por la solidaridad, intentaba hacer ejercicio a pesar de estar sujeto por muchas conexiones, de oxígeno, de suero, de orina… Quería estar listo para seguir la lucha social, su cuerpo estaba muy enfermo pero él quería seguir peleando, por eso los médicos decían que se veía bien, porque no conocían su espíritu. El domingo primero de mayo –él hubiera querido asistir al desfile aunque sea en silla de ruedas– me dijo en la noche: Este ha sido el día más feliz de mi vida. Gracias a todos los que hicieron posible ese día.

Rocío Martínez Carrera

¡Luis vive!, ¡La lucha sigue!

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