___________________________________________ Por un anticapitalismo y un socialismo del siglo XXI ___________________________________________ | ||
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La reunión de los días 28 y 29 de junio va a ser un primer momento de coordinación de los diferentes comités de iniciativa para un nuevo partido. Lo que sigue son unos elementos para recordar el sentido de nuestro planteamiento y alimentar la discusión. Las crisis económicas, sociales, alimentarias y ecológicas que golpean el planeta muestran el callejón sin salida en el que el capitalismo hunde a la humanidad. Parece claro que estamos ya sumergidos en una muy grave crisis económica cuyo detonador habrán sido las famosas “subprimas” que han revelado una crisis bancaria (deudas podridas), financiera (hundimiento de las bolsas) y un comienzo de recesión en los EEUU. Es un giro importante de la situación. Las revueltas del hambre que afectan en particular pero no solo a los países pobres, son la resultante de una crisis alimentaria provocada por la especulación y por las políticas neoliberales impuestas entre otros por el FMI y el banco mundial que han destruido las agriculturas alimentarias campesinas, en beneficio del agrobusines y los cultivos de exportación. La crisis energética, ilustrada por la explosión de los precios del petróleo, acentúa y se combina con la crisis alimentaria encareciendo los costes de producción agrícolas y por los famosos agrocarburantes que vienen a hacer la competencia a las producciones alimentarias en su propio terreno. La crisis energética multiforme, agotamiento previsible de las reservas de petróleo, relanzamiento de lo nuclear, calentamiento climático provocado por la utilización masiva de las energías fósiles..., es a la vez una traducción y un factor de agravación de los problemas económicos, de las guerras y de la inestabilidad política del mundo actual: ocupación de Irak, tensiones entre el imperialismo americano y estados como Irán, Venezuela... La guerra sin fin contra el “terrorismo” llevada por el gobierno americano provoca dos conflictos mayores (Afganistán e Irak). Es por otra parte en el momento en que ésta muestra cada día su fracaso, cuando Sarkozy decide reorientar la política del estado francés integrándose aún más en el dispositivo imperialista dominante: envío de tropas a Afganistán, reintegración en el dispositivo militar de la OTAN , apoyo a Israel en su denegación de reconocimiento de un estado palestino. Los modos de producción y de consumo capitalistas provocan una crisis ecológica multiforme que no deja de afectar a ninguno de los sectores vitales para la humanidad. En fin, los 30 años de ofensiva liberal inaugurados en los EE.UU. y en el Reino Unido y generalizados al conjunto del mundo capitalista, han provocado un inmenso desplazamiento de riqueza hacia los más ricos, una degradación continua del reparto del valor añadido a favor del capital, una destrucción de los derechos acumulados por el mundo del trabajo desde hace decenios, una crisis global y profunda del movimiento obrero. El empobrecimiento, la miseria, el paro, la precariedad, son las consecuencias de esta reestructuración capitalista. Las mujeres, los jóvenes y las poblaciones de origen extranjero son sus primeras víctimas. Esta sobreacumulación de capitales y de ganancias y la puesta en pie de un nuevo sistema productivo mundializado que juega con las diferencias salariales, están en el origen de la crisis bancaria, financiera, monetaria actual, lo que provoca una recesión en los USA que está en trance de transformarse en una recesión mundial, la primera desde 1973. Nuestro anticapitalismo, nuestra voluntad de una transformación revolucionaria de la sociedad que sea llevada por la inmensa mayoría de trabajadores de las ciudades y del campo, no caen del cielo. El capitalismo más que nunca en estos comienzos del siglo XXI muestra por su brutalidad, su potencial destructivo, sus desigualdades crecientes, la necesidad de una ruptura y de la invención de un socialismo realmente emancipador. Una democracia real y profunda implica la puesta en cuestión de la propiedad capitalista, una economía y una sociedad dirigidas por la mayoría en una lógica de satisfacción de las necesidades de la población. Lejos de combinarse armoniosamente, la economía de mercado y la democracia no forman una buena pareja: China, Rusia, evolución de la sociedad americana (choque de las civilizaciones, fundamentalismo cristiano...). En Europa, la derecha extrema sigue presente como muestran los resultados electorales recientes en Italia o en el Reino Unido. El capitalismo divide a los trabajadores para mejor reinar. Cambiar el mundo pasa por un combate sin concesiones contra el racismo, por la regularización de todos los sin papeles y por la igualdad de los derechos. Se trata de unir a los trabajadores y a la población cualquiera que sea su origen, su nacionalidad... Ninguna transformación radical de la sociedad podrá ver la luz sin una lucha consciente por afirmar el derecho de las mujeres a disponer de su cuerpo –aborto, contracepción- y para poner en cuestión los fundamentos mismos de la dominación masculina: la división social y sexuada de las tareas entre mujeres y hombres, en todas las esferas de la sociedad y la asignación prioritaria de las mujeres a la esfera familiar. Sacar las lecciones de las experiencias del siglo XX La perspectiva socialista, es decir la esperanza de un mundo diferente al capitalismo, hay que reconstruirla. Pues no sale indemne de las experiencias del siglo XX. Es por lo que nuestra tarea es inmensa y no podría reducirse a las fronteras del hexágono o de Europa: a través de las resistencias y las luchas, se trata de inventar el socialismo del siglo XXI. La socialdemocracia está acabando su mutación. Tras haber explicado que el socialismo podía construirse paso a paso en el marco de las instituciones del estado capitalista, acepta ya su conversión al capitalismo, a las políticas neoliberales. Reduce su campo de acción política a un hipotético acondicionamiento social y ecológico del capitalismo. Cuando está en el poder, aplica las políticas de reestructuración capitalista. En su nueva declaración de principios, el PS inscribe en sus textos una evolución ya pasada en la práctica. Esta mutación transforma aún más al PS en gestor fiel del sistema y en ciertos países como Italia la mutación termina en la construcción de un partido “demócrata” que rompe los últimos lazos históricos con el movimiento obrero. Es un declive a ritmo diverso pero irreversible el que trabaja al movimiento comunista que se había identificado con la URSS. Los estragos del estalinismo han ensuciado la esperanza comunista que hay que reconstruir. Para intentar salvarse, la dirección del PCF ha optado por sus electos más que por su anclaje obrero y sindical. Lo que aumenta su dependencia institucional con el PS a escala gubernamental o local. Que provocan los mismos fenómenos de integración y de adaptación institucionales que conoce el partido socialista. En Italia el fracaso de Refundación Comunista confirma el callejón sin salida de las estrategias de alianza con el social-liberalismo. Al mismo tiempo, las direcciones de las principales confederaciones sindicales se adaptan al nuevo capitalismo, aceptan la agenda de las contrarreformas patronales, acompañan las medidas retrógradas, surfean a veces sobre la contestación pero sin jamás suscitarla y construir la correlación de fuerzas mediante las luchas. Queremos cambiar de izquierda, no cambiar la izquierda, reconstruir algo nuevo a la izquierda en ruptura con la orientación predicada por las direcciones del PS y del PCF. ¡En la globalización, aún más internacionalistas! Estamos sumergidos en plena globalización capitalista. Es ya en este espacio en el que hay que pensar las luchas, la construcción de un nuevo movimiento obrero, la ruptura con el sistema y el socialismo. Más que nunca no hay solución nacional, tan imbricadas están la economía, la sociedad, tanto necesitan una respuesta y respuestas a esta escala los problemas de fondo. ¿Cómo arreglar la crisis climática, la crisis alimentaria, combatir a las multinacionales sin planteárselo a escala mundial? Los capitalistas están organizados a esa escala con múltiples instituciones, los explotados tienen desde este punto de vista muchos retrasos que recuperar. Es por ello que nos parece completamente imperativo: - desarrollar frente a los grandes problemas movimientos de masas unitarios, luchas de resistencia coordinadas a escala internacional. - poner en pie un movimiento y un programa europeos, por una Europa democrática de los trabajadores y de los pueblos, contra las instituciones actuales de la UE , lo que implica más allá de la animación de las luchas europeas, una política de reagrupamiento de las fuerzas anticapitalistas a esa escala. - dirigirse hacia una nueva internacional democrática, anticapitalista, ecológica, antirracista y antiimperialista... - construir desde ya un partido que desde Francia teja lazos, actúe por el reagrupamiento de las fuerzas anticapitalistas y revolucionarias. - llevar a cabo campañas unitarias internacionales y participar en los marcos que permitan animarlas Un nuevo partido para las luchas, un partido para la transformación revolucionaria de la sociedad La cuestión del poder divide profundamente a la izquierda llamada antiliberal. Todo partido debe plantearse el problema del poder y no hacemos, no haremos excepción a esa regla. El problema está en saber en qué marco, en provecho de quien. Para nosotros, la cuestión es el paso de una situación en la que una minoría decide e impone sus decisiones, sus ganancias y sus privilegios, a una situación en la que la mayoría se apropia de las palancas políticas, económicas para gestionar la sociedad. No deseamos el poder para nosotros mismos sino como instrumento para un movimiento desde abajo. Una parte del poder político está hoy sometida al sufragio universal, en un marco por otra parte muy controlado y muy antidemocrático (presidencialismo, escrutinio mayoritario...). Pero el poder del MEDEF (la patronal francesa ndt) no es jamás sometido al sufragio popular... ¡y con motivos!. Por ello, nuestro programa implica una confrontación con la patronal, con los privilegiados económicos, contra los consejos de administración que representan a los accionistas... Eso implica un movimiento social poderoso, un mayo 68 que iría hasta el fin, que comenzaría por controlar la marcha de la economía. Las instituciones son elementos esenciales del mantenimiento del orden social y de la propiedad capitalista. No queremos construir un partido de acondicionamiento sino un partido de ruptura. Es por lo que la independencia respecto al PS es una cuestión primera. El capitalismo liberal y el anticapitalismo no pueden cohabitar en un mismo gobierno. Nuestra perspectiva no es pues unir a la izquierda tal cual es, o a trozos de esa izquierda, sino construir un movimiento social y político mayoritario para la ruptura con el capitalismo. ¡Entonces se planteará la cuestión del poder!. Un partido, es para nosotros una fuerza colectiva y democrática. Un reagrupamiento de militantes unidos/as alrededor de un programa común. Un instrumento no un fin en sí mismo. Una fuerza capaz de reflexionar para actuar. Qe alimenta su programa, su visión de la sociedad de sus relaciones con el mundo del trabajo y la población a través de las luchas. Un partido que respeta la independencia de los equipos sindicales y de los movimientos sociales. Un movimiento que también, en su régimen interno, garantiza la circulación de la información, los debates y la formación para todos, el derecho de tendencia y de afirmación de corrientes públicas, el reconocimiento estatutario del pluralismo, el sistema proporcional para elegir las direcciones. Igualmente se trata para nosotros de construir una fuerza que vota, que toma decisiones, que reconoce la regla mayoritaria, a la vez que respeta las opciones minoritarias. Frente a una vida política centralizada por el estado, tenemos necesidad de un partido, de una fuerza para la transformación revolucionaria de la sociedad, que combine actividades nacionales y declinaciones locales. Las direcciones elegidas paritariamente deben ser responsables ante las instancias que les han designado, rendir cuentas sobre su mandato, su actividad militante en particular cuando ésta es remunerada. La transparencia y el control son las únicas garantías de un real funcionamiento democrático para luchar contra la burocratización que ha hecho tanto mal al movimiento obrero. Este nuevo partido es urgente y necesario. Para construir una real oposición a Sarkozy y a la patronal Porque la izquierda institucional aparece claramente como rechazando oponerse a los planes del poder y de la patronal y encarnar un cambio de sociedad. Porque las luchas lo permiten, quienes resisten, hombres y mujeres, jóvenes o menos jóvenes y de diferentes orígenes, son cada vez más numerosos en alcanzar una tal perspectiva. Sindicalistas, militantes asociativos, altermundialistas, jóvenes comprometidos en la acción desde el CPE, antiguos militantes de diferentes trayectorias, militantes antirracistas y de la diversidad, personas que llegan nuevas a la política y personas que retoman su actividad, militantes feministas... Unidos alrededor de la necesidad de defender un plan de acción anticapitalista integrando reivindicaciones sociales, democráticas, feministas, ecologistas, antirracistas y antiimperialistas, podemos construir juntos un nuevo partido. Es necesario y es posible. | ||
(Publicado en Rouge. Traducción de Alberto Nadal.) | ||
27 de junio de 2008 | ||
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jueves, 3 de julio de 2008
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