miércoles, 8 de agosto de 2007

Por el boulevard... ¿Por cuál acera? La izquierda o la de enfrente.



Un paréntesis pecuniario*

(Antes de empezar a hablar, como dice Bryce Echenique, me gustaría decir algunas cosas. Espera, primero quiero que la gente sepa, por ejemplo, que me se versos de Fray Luís de León: <¡ Que descansada vida / la del que huye del mundanal ruido / y sigue la escondida / senda, por donde han ido / los pocos sabios que en el mundo han sido…!> Bueno, esta es una interpolación que me gustaría añadir a aquello de que el dinero es poesía. Carlos Marx describió y cambio al mundo con la teoría de la plusvalía, con la teoría de que la propiedad era un robo, con la teoría de que para ganar dinero y acumular riquezas no había otra manera que explotar a los trabajadores, pagarles poco y sacarles… Plusvalía se llama. Pero a Carlos Marx se le olvidó una cosa, quizá por que en aquella época tampoco podía contemplarla, que es el trabajo artístico. Quiero decir que en la época de Carlos Marx los artistas o se morían de hambre o de sífilis, o se confiaban a un mecenas o a un príncipe. Incluso Marx se confió a un príncipe, que se llamaba Federico Engels, que era dueño de fábricas. ¿Que quiero decir? Pues que el dinero de los artistas, bien entendido, de los artistas creadores y no puestos en el mercado para vender, que pagan a sus músicos los que estos merecen, es un dinero purísimo porque no sale de la explotación del trabajo esclavo, ni tampoco de una mina en la que hay materias primas y tu las transformas y las vendes. Es un dinero milagroso. Sale de la imaginación humana, del talento humano. La plusvalía no la pones tu, la ponen los marchantes, tu única obligación es, primero, tratar a la gente que trabaja para ti como si fueran príncipes, que es lo que son, y, segundo, si te sobra dinero, emplearlo en causas nobles sin darle ni un cuarto ni dos ni tres al pregonero. Punto final. Lo importante es que a Marx se le olvido eso. Es decir, Paúl McCartney, que es uno de los mayores millonarios del mundo, ¿crees que ha explotado a alguien? Me parece que no. Marx no contaba con eso, y eso sucede. Lo cual hace que yo, francamente, me encrespe cuando oigo hablar del dinero mal habido y de que no hay fortuna sin explotación y sin sangre. Pues es el caso de los artistas, lo siento por ustedes, señores, no tenemos una materia prima ni unas minas, ni plantaciones ni esclavos ni obreros con salario mínimo, lo único que tenemos es que ponemos en circulación un producto absolutamente abstracto, que nace de la imaginación, y una gente que quiere oír eso y quiere comprarlo. Una gente a la que no se le pone puñales en el cuello, ¡nunca!, ni para comprar un disco ni para ir a un concierto. ¿No te parece, biógrafo, que es algo realmente maravilloso?...)

* Capitulo del libro: Yo también se jugarme la boca. Sabina en carne viva. Joaquín Sabina y Javier Menéndez Flores. Ediciones B, S.A. (España) 2006. Págs. 325 y 326.


Invitación:

Del Libro llama la atención este capitulo. El no emitir crítica alguna, por parte de Centro de Medios, es para no contaminar el análisis y la critica de l@s compañer@s que frecuentan este blog y que quisieran colaborar con comentarios a lo expuesto en dicho capitulo.

Centro de Medios Libres Chihuahua.

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