lunes, 23 de mayo de 2011

Dos Cartas

19 de mayo de 2011


A las víctimas, mis hermanas y hermanos en el dolor y el amor.



Queridos hermanos y hermanas en el sufrimiento que nos ha desgarrado la vida y se la desgarra día con día a los ciudadanos de este país, quiero decirles que yo, como ustedes, he sufrido en carne propia el dolor –el de un hijo asesinado-- para el que no existen las palabras. Pero quiero decirles también que ese dolor, cuya indecibilidad sólo habita en el silencio, ha sido y es un grito que reclama la justica para ellos --nuestros muertos--, la justicia para nosotros y para el país entero que vive en el miedo, en la indefensión y en la impunidad.


Con él salimos el 5 de mayo de Cuernavaca para ir uniendo nuestros dolores y darnos la primera justicia que nos arrancaron y que nos debíamos, la del consuelo: la de compartir nuestras soledades y nuestros dolores. Con ese doloroso silencio en el consuelo, llegamos con 200,000 personas al zócalo de la Ciudad de México a reclamar la segunda justicia que nos debe el Estado: la de la seguridad y la de la ley. Ahora vamos hacia Chihuahua, el estado más adolorido del país, donde queremos unir nuestros sufrimientos a los suyos, para continuar ese consuelo que nos debemos y para a unirnos aún más en ese reclamo de justica que el Estado mexicano nos debe a todos.


Sé que, como nosotros, tienen miedo; sé también, que el horror al que la delincuencia del Estado y la delincuencia de los criminales los ha sometido, los tienen al borde de la desesperanza. Sin embargo, creo, que si salen a recibirnos y caminamos juntos, si unen sus sufrimientos a los nuestros, si rompen su miedo y nos abrazamos en el dolor del silencio, no sólo habremos hecho más grande y profundo el consuelo, sino que habremos roto el cerco del miedo y de la desesperanza, y seremos más fuertes para refundar esta nación adolorida. Si, por el contrario, callan, si no abren su soledad a la nuestra, si el miedo y la desesperanza se vuelven más fuertes que su dignidad, habremos aceptado entonces que el horror, que nos ha hecho tanto daño y nos sigue dañando, habrá tenido razón contra lo humano.


Vamos a Chihuahua y a Ciudad Juárez con nuestro dolor, que es el suyo, con nuestra dignidad y nuestro amor, que también es el suyo, a abrazarlos, a abrazarnos, a unirnos para decirles a los señores de la muerte, estén donde estén --en las instituciones o en la delincuencia--, que juntos somos y seremos siempre más fuertes que cualquiera de ellos.


No nos dejen, como tampoco nosotros los dejamos. Sólo así podemos volver a recuperar la paz, el amor y la justicia que nos han arrancado.


En el dolor y el amor,

Javier Sicilia


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19 de mayo de 2011


A las organizaciones sociales y civiles de Chihuahua y Ciudad Juárez


Queridas hermanas y hermanos:



Mil gracias por las batallas que a lo largo de estos años aciagos y brutales han dado; mil gracias por sus enseñanzas y el ejemplo de dignidad frente la irracionalidad de lo inhumano.


Desde de Cuernavaca, acompañados por algunos de ustedes, no hemos dejado de llevarlos en nuestro corazón ni de mirar, como uno de nuestros horizontes, el dolor de su Estado, en particular de Ciudad Juárez, que es el signo más profundo del dolor de nuestra nación y el signo de lo que, si no corregimos el rumbo del país, México puede convertirse. Hacia allá --pasando por la ruta del dolor y sumando a los nuestros los de tantos miles de otros--, encaminamos nuestros pasos para darnos consuelo y firmar ese pacto ciudadano entre ciudadanos que nos debemos todos los mexicanos para transformar este país.


Vamos con nuestros dolores y nuestro amor a abrazarlos y abrazarnos, para hacer nuestra la propuesta de programa que tienen para reconstruir la paz, el amor y la justicia que nos han arrancado, para poner en el lugar más dolido de México la primera piedra de lo que merecemos y esperamos --con todo el dolor y el amor que llevamos con nosotros—, o sea la refundación de esta nación cercenada por el pudrimiento de sus instituciones y el crimen organizado.


Agradeciendo su invitación, con gusto participaremos, el jueves 9 de junio como un acto de la caravana nacional, en el homenaje y re-colocación semanal de la placa conmemorativa a Maricela.


Muchas gracias por todo lo que tengan que hacer para que ya muy pronto nos veamos, abracemos y caminemos juntos.


Que todo en ustedes esté lleno de luz, de paz y de fuerza en el dolor y en la Esperanza.

Javier Sicilia

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