Los habitantes de la colonia Granjas Lomas del Poleo están escribiendo una página importante de la historia de esta frontera. Su decisión de oponerse al despojo de sus tierras por parte de una de las familias más poderosas del norte del país y asociada al gran capital trasnacional, los Zaragoza, los coloca ya irrebatiblemente en un lugar destacado dentro de la lucha anti neoliberal de los de abajo. De allí que sus lecciones y advertencias tengan más de un destinatario.
Al enfrentarse y oponerse, todos los días, desde hace más de cuatro años, a la presencia ominosa de un cerco que ya empieza a conocerse en México y el mundo como el Campo de Concentración de Ciudad Juárez en la era de la maquila, los colonos le están enviando un mensaje a los empresarios locales y al dinero trasnacional en el sentido de que los pobres de esta frontera ya no están dispuestos a permitir que se monten grandes negocios a expensas de su propio exterminio.
Esta señal no es sólo para los dueños del dinero. También está dirigida hacia los tres niveles de gobierno, particularmente hacia las instancias de resolución judicial de nuestro país. Con calculada pericia y debida paciencia, los colonos han recorrido el callejón borrascoso de distintos tribunales y hasta ahora por esa vía no han sido derrotados. Por el contrario, desde inicios de su lucha, a mediados del 2003, se han prevenido en reunir y estudiar un grueso legajo de probanzas topográficas y documentales que a la vista de cualquier buen entendedor evidencian que los terrenos de donde pretenden desalojarlos y que pelean como suyos Pedro y Jorge Zaragoza son propiedad de la Nación.
Si el Estado estaba acostumbrado a ganar casi por default este tipo de litigios para favorecer y congraciarse con los poderosos, hoy está seriamente cuestionado a respetar la norma y la jurisprudencia, no de manera gratuita, sino ante la abrumadora certeza de que sus protegidos de siempre, los de arriba, en este caso, como en tantos otros, han violentado el marco legal para posesionarse de algo que no les pertenece, sino de manera fraudulenta.
Es sabido que los pobladores de los desiertos han desarrollado una innegable destreza para la caza de animales furtivos. Esta habilidad la usan ahora los colonos de Granjas Lomas del Poleo para descubrir y atrapar un sinnúmero de actos arbitrarios y abusivos que tienen que ver con la apropiación ilegal de terrenos sin regulación en esta ciudad por parte de las grandes familias chihuahuenses, que los poderes tradicionales han erguido en emblemáticas y emprendedoras del desarrollo regional.
Si es así, entonces, hay que decirlo con todas sus letras: la lucha de los colonos de Granjas de Lomas del Poleo se esta ha convirtiendo en el impulso vital de un movimiento que en primera instancia está desenmascarando la ilegalidad con que operan enclaves económicos como el de los Vallina, los Zaragoza, los Urías, los Boone Menchaca, los Escobar y otros, que mediante una serie de triquiñuelas y gazapos jurídicos se han apoderado de miles de hectáreas en el poniente y otras partes de Ciudad Juárez, curiosamente, en puntos donde en los próximos años se planea crecer una prospera zona industrial que abastecerá los mercados de Estados Unidos, Asia y Europa en el ramo de accesorios para la aeronáutica y el negocio automotriz.
Con paso firme, la insubordinación de Lomas del Poleo nos revela, también, la existencia de una oscura conexión de intereses económicos bilaterales que en una primera etapa han ponderado como estrategia esencial el despojo de la tierra y la reubicación de cientos de sus pobladores que ya no son necesarios tanto de éste como del otro lado de la frontera. La relación de los capitales del terrateniente norteamericano Bill Sanders y el magnate mexicano Eloy Vallina Laguera que pretende la explotación comercial de miles de hectáreas en el cruce fronterizo San Jerónimo-Santa Teresa, es el mejor ejemplo de esta renovada simbiosis global.
Lo que está claro en el pensamiento de los desheredados es que si los capitales de la oligarquía transfronteriza se están juntando para desaparecerlos, lo lógico es que ellos también se encuentren e identifiquen su lucha como una sola que detenga este lance. La fuerza con que viene la nueva conquista como llaman los hermanos indígenas del EZLN a este nuevo modo de despojo, tendrá indefectiblemente que unir a los de debajo de ambos lados de la frontera. Por lo pronto está creciendo la relación solidaria entre algunos colonos del ejido López Mateos, --afectados por la familia Boone Menchaca, también en el poniente de Juárez--, los de Lomas del Poleo y los habitantes del Segundo Barrio del centro de El Paso, quienes al igual que sus pares juarenses resisten y luchan por la defensa de su patrimonio y su cultura. En este caso, los tres grupos descubrieron que el enemigo que enfrentan es el mismo: la barbarie del gran capital disfrazada de modernidad y desarrollo.
Es importante señalar que esta serie de lecciones nos llegan a esta frontera ahora que los actores formales del poder se debaten en medio de una severa crisis de credibilidad, después de que la mayor parte de la sociedad advirtió de una manera muy clara y contundente, con su ausencia en el último proceso electoral, --sólo 23 por ciento de los juarenses empadronados acudieron a votar--que no debe ser ya esta clase política corrupta ni estos empresarios tragones los que ordenen su destino.
¿Estaremos atentos a escuchar la voz de la periferia?
Escrito por: Juan Carlos Martínez
Tomado de: La red
Centro de Medios Libres Chihuahua
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